Los casos que demuestran la alta empleabilidad del Doctorado
La doctora en Ciencias de la Educación, Javiera Figueroa, y el estudiante del programa, Rodrigo Velásquez, relatan su experiencia y las oportunidades laborales que han conseguido a través de su formación doctoral. “Estar en la Universidad Católica está bien valorado. Abre bastantes puertas y uno queda con una sólida formación”, señala Figueroa.
Javiera Figueroa obtuvo su grado doctoral en 2018 y luego fue investigadora postdoctoral en el Centro de Justicia Educacional (CJE) . Actualmente se desempeña como académica de planta de la Universidad Alberto Hurtado y allí realiza cursos e investigaciones en su línea formativa: didáctica del lenguaje, enseñanza y aprendizaje.
Para Figueroa, quien ingresó al programa en 2013, estar en el Doctorado “efectivamente es una oportunidad en términos laborales. Incluso estando adentro, y ahí depende de uno, hay que buscar distintas fuentes o encontrarse con distintos espacios laborales. Estar en la Universidad Católica está bien valorado. Abre bastantes puertas y uno queda con una sólida formación. Hay una rigurosidad que se nota en el trabajo y la gente lo valora”.
Durante el trayecto formativo del Doctorado en Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, los y las estudiantes tienen la oportunidad de acceder a diversos ambientes académicos de investigación y prácticas, lo que favorece la empleabilidad y la formación de redes. Desde que se creó el programa en 1991, se han graduado 162 doctores. De ellos, el 74,7% trabaja en universidades chilenas y el 5,6% lo hace en universidades extranjeras. El 6,2% de los/as egresados/as trabaja de forma independiente en Chile y el 0,6% fuera del país.
Quienes egresan del programa también se desempeñan en otras instituciones públicas y privadas, tales como entidades estatales, centros de formación técnica (CFT), agencias, corporaciones, organizaciones no gubernamentales (ONG), congregaciones religiosas y colegios.
La exalumna del programa afirma que la formación ha mejorado desde que comenzó a estudiar hasta la actualidad: “Los primeros años eran muy demandantes, ahí no había mucha posibilidad de tener alguna fuente laboral. Al menos los dos primeros años eran de dedicación exclusiva. Más adelante ya no fue así. Cuando ya se tiene el proyecto (de tesis), obviamente uno maneja sus propios tiempos. También es importante conocer la trayectoria de los profesores tutores, porque insertarse en su línea de trabajo hace que las cosas se faciliten”.
Una valoración del programa que lleva a varios de nuestros estudiantes a participar de procesos de asesorías en entidades educativas y gubernamentales. Es el caso del candidato a Doctor Rodrigo Velásquez, profesor de Filosofía, quien colaboró con la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación. Específicamente, contribuyó con los nuevos programas de estudio para Filosofía. “Estar en el Doctorado, de alguna forma, me legitima frente a las personas o perfiles que el Mineduc puede estar buscando. No diría que esta colaboración resultó sencilla, pero fue muy enriquecedora, porque nuevamente pude cruzar cosas que veo en el doctorado, como marcos teóricos, con cuestiones más prácticas o de aplicación para hacer un programa de estudios”, afirma Velásquez.
El estudiante ha continuado con el desarrollo de su temática: “Lo que trabajo en el doctorado son políticas educativas, particularmente en ciudadanía y migración, desde los marcos filosóficos que estoy trabajIando con mi directora de tesis, Ana Luisa Muñoz”. De este modo, en el año 2019 fue invitado al IX Congreso de Migraciones que se desarrolló en Barcelona, la que fue su primera interacción con el extranjero. “Estoy súper abierto a las oportunidades que vengan. En algún sentido, este doctorado partió como una oportunidad”, manifiesta.
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