Más de 900 estudiantes de Pedagogías UC han realizado sus prácticas a distancia
Las y los alumnos de las distintas carreras de la Facultad de Educación UC han continuado con sus procesos de aprendizaje, acompañando la labor educativa de distintos profesores que trabajan en los recintos educacionales que integran el sistema de prácticas. El trabajo se está realizando en formato remoto.
“La práctica hace al maestro”, dicen. Una frase que hace eco en la Facultad de Educación de la Universidad Católica. Ya en 2012 la unidad dio un giro en su malla curricular y apostó por incorporar las prácticas de las y los alumnos de Pedagogías UC desde el primer año de las distintas carreras.
Un escenario que se vio desafiado en plena pandemia, con el cierre de colegios y distanciamiento social debido al COVID-19. Sin embargo, al igual que un médico con el hospital, los docentes necesitan tener acercamiento a los colegios. Este año, más de 900 estudiantes de las distintas carreras de Pedagogías en la UC han trabajado en algunos de los recintos educacionales que pertenecen al sistema de prácticas de la unidad, la que suma alrededor de 130 establecimientos en la Región Metropolitana.
¿Cómo son las prácticas online?
Camila Morales (21 años) es alumna de la carrera de Pedagogía en Educación Básica y es una de las tantas alumnas que realizó prácticas a distancia en medio de la pandemia. La estudiante, que ya cursa tercer año y que ingresó a la Universidad Católica en 2018, realizó su primera práctica temprana en el Colegio San Agustín de Ñuñoa y la recuerda así: “Éramos cerca de 15 practicantes y las y los profesores nos dieron un apoyo constante. A mí me tocó un tercero básico de 24 alumnos en sala. Me tocaba ir los lunes, desde las 8:00 hasta las 13:00 horas. Después me devolvía a la universidad”.
Una realidad que cambió totalmente este año, cuando Camila tuvo que acomodar sus planes para la segunda práctica a un acompañamiento totalmente remoto. Le tocó trabajar en un cuarto básico del Colegio San Lorenzo de Santiago y así relata su experiencia: “El curso fue divido en secciones distintas, de 7 estudiantes cada una. En vez de ir dos días a la semana, me tocó conectarme sólo los martes, entre las 10 y las 11 de la mañana. En ese rato a los niños les tocaba ciencias naturales, por lo que hacían experimentos caseros o revisaban las actividades para la tarde o la semana. A mí me tocó hacer labores de apoyo”.
Una experiencia similar tuvo Romina Quiroz, estudiante de Pedagogía en Educación Parvularia quien realiza su quinta práctica en dos kínder del colegio Altair de la comuna de Padre Hurtado, y con varios meses de trabajo, comenta su labor junto a niños pequeños frente a la pantalla de un computador: “Es muy complejo. No he podido conocer a los niños y niñas en persona, no he observado como juegan y como comparten con sus compañeros y compañeras. En el día a día hago transiciones, presento las cápsulas que preparo y ayudo a la profesora para todo lo que necesite. Además, cada curso tiene entre 25 y 30 niños”.
¿En plena pandemia, entonces, se pueden realizar prácticas? Para la directora de pregrado, Magdalena Müller, la respuesta es afirmativa y entregó sus argumentos en el webinar "Nuevas necesidades de formación docente a partir de la crisis": “Hoy tenemos una gran oportunidad de poner a las y los estudiantes en el centro y favorecer la participación y el desarrollo de oportunidades curriculares desafiantes para los estudiantes de la región".
Eso, también, lo ha experimentado Cainán Orellana, alumno de Pedagogía en Inglés para Educación Básica y Media y que por estos días se encuentra efectuando su tercera práctica en un colegio de Maipú. Él relata que “fue súper raro no poder conocer a los profesores y a los niños y niñas de primera mano. Por suerte me tocó un colegio que nos ha dado todas las libertades necesarias para que podamos plantear nuestras ideas y ayudar en lo que más podamos”.
Hay desafíos y varios. Así lo ha podido vivir en primera persona la estudiante de Pedagogía en Educación Básica, Francisca Gajardo, quien realizó su segunda práctica en un primero básico del colegio San Leonardo de Maipú. “En vez de planificar clases de 90 minutos, todo se redujo a bloques de 20 con el curso divido en grupos de 5 integrantes. A veces, algunos niños se conectaban tarde, otros se demoraban en el saludo y otros se extendían contando historias. Además, los papás estaban siempre al lado, y eso no pasa en las clases normales en un establecimiento”.
Pese a estos desafíos, las y los estudiantes agradecen el espacio y las herramientas recibidas de parte de las y los académicos de la Facultad de Educación, tal como lo sostiene la estudiante de Pedagogía en Educación Parvularia, Romina Quiroz: “En la UC siempre nos decían que nuestras planificaciones tenían que ser flexibles y adaptables a cualquier contexto. Y este es uno nuevo, por lo que tenemos que moldear las ideas a esto que está pasando”.