Establecimientos educacionales especializados en estudiantes que han desertado del sistema escolar tradicional fueron foco de análisis de seminario organizado por la Facultad de Educación de la UC en conjunto con Fundación Súmate del Hogar de Cristo.
Las escuelas conocidas como de segunda oportunidad, que se especializan en recibir estudiantes que han desertado del sistema escolar tradicional, restituyen el derecho de todo joven a aprender y recibir una educación de calidad.
Estas escuelas, además, deben tener respuestas pertinentes, especializadas, con alta calidad educativa para resignificar la experiencia escolar, y de este modo responder o reparar la inequidad que fue cometida por el sistema previamente en la vida de estos jóvenes.
Así lo afirmaron los expertos invitados al conversatorio "Escuelas de segunda oportunidad: políticas de deserción y reintegración escolar", que fue organizado por la facultad de Educación de la UC en conjunto con Fundación Súmate del Hogar de Cristo, que tiene cinco colegios de esta naturaleza bajo su administración.
El conversatorio también incluyó una "Expo Innovación", durante la cual 5 escuelas de la Fundación Súmate expusieron las diferentes innovaciones y estrategias educativas implementadas en sus comunidades.
100 mil jóvenes fuera
En Chile existen actualmente 100 mil jóvenes que han desertado del sistema escolar regular y que, por tanto, tienen coartadas sus posibilidades de desarrollo personal y material en el futuro. "En nuestras escuelas vemos cómo estos jóvenes son valientes, pues quieren volver a intentarlo, pese a todo. Para nosotros, es un aliciente y un desafío para hacerlo cada día mejor. Sin embargo, Chile no se hace cargo de esta problemática" comentó al inicio la directora de Fundación Súmate, Liliana Cortés.
Pilar Cox, a nombre de la Facultad de Educación UC, señaló que las segundas y terceras oportunidades deberían estar dentro de la misma escuela, con menos costo y menos difícil de superar, y no esperar hasta que el estudiante abandone y se rinda. "Todo esto se podría evitar si el sistema diera una segunda o tercera oportunidad dentro de la primera experiencia escolar", advirtió.
-Lo que sucede en las escuelas de segunda oportunidad es muy similar a lo que conocemos como buenas prácticas pedagógicas, que son las que logran generar aprendizajes de calidad. Atienden estudiantes como todos, con los mismos derechos que todos, y que tienen el derecho también de beneficiarse de una buena pedagogía. Y ese es el desafío para nosotros, como formadores de profesores- señaló.
Catalina Opazo, coordinadora de la Unidad de Inclusión y Diversidad de la Dirección de Educación General del Ministerio de Educación, afirmó por su parte que el gobierno está en sintonía y elaborando una propuesta de política pública para escuelas de segunda oportunidad.
-Nuestra preocupación es que las escuelas de segunda oportunidad no signifiquen segunda categoría o segunda calidad. Si tuviéramos de verdad un sistema escolar verdaderamente inclusivo, estas escuelas no serían necesarias –estimó.
Pese a que Chile ha aumentado significativamente su cobertura educacional, persiste el problema de la exclusión educativa, comentó la representante del MINEDUC. "Estas escuelas dan respuesta a estudiantes excluidos del sistema escolar, que han desertado por razones propias de la experiencia educativa, no necesariamente por falta de recursos económicos" precisó.
-Más que pensar en políticas que eviten la deserción o permitan la reintegración, hay que pensar en políticas educativas de calidad, que por sí mismas mantengan a los estudiantes dentro del sistema. En ese sentido, Chile necesita una política permanente que se haga cargo de este tema -declaró Opazo.
Se necesitan alertas tempranas, antes de que el estudiante se vaya, antes de que sea demasiado tarde, agregó. Y para ello, es necesario pensar en una institucionalidad específica, que incluya variables que las caracterizan. "Estas escuelas necesitan otra forma de pensarse", indicó Catalina Opazo.
"Las escuelas de segunda oportunidad necesitan otros tiempos. El estudiante no llega necesariamente en marzo, y no asiste necesariamente los cinco días de la semana. Hay que asumirlo así, y sobre eso tenemos que trabajar" aseveró.
-También deben tener una estructura más flexible, más modular, adecuada a cada estudiante. Un mismo joven puede ir en octavo básico en matemáticas, pero en tercero medio en castellano. Y tenemos que adecuarnos a ello –precisó.
Por último, Opazo también indicó que estas escuelas deben trabajar más interdisciplinariamente, con una propuesta educativa distinta y un currículo flexible.
-Las escuelas de segunda oportunidad no son comunidades terapéuticas, ni centros de acogida, ni centros abiertos ni de rehabilitación. Su foco debe estar en generar aprendizajes, aprendizajes de calidad. Estas escuelas restituyen el derecho de todo joven a educarse, a aprender y ser alguien en la vida, pero desde una mirada más amplia, no meramente academicista –finalizó.
Martinic: son trayectorias de vida
Sergio Martinic, a nombre de la facultad de Educación, relevó por su parte el rol de la investigación y cómo desde ella se pueden ir precisando mejor los diagnósticos para abordar mejor el funcionamiento y las necesidades de las escuelas de segunda oportunidad.
-Vale la pena preguntarse ¿qué está pasando en nuestras escuelas que estamos expulsando estudiantes del sistema? Son 100 mil trayectorias de vida. Si bien es menor comparativo con otros países de nuestra zona, es un número muy relevante para el país y para todos los actores vinculados a la educación. Sobre todo porque tras ese número hay vidas que no han sido acogidas por el sistema educacional.
Martinic sostuvo que hay muchas razones que explican el desajuste entre los jóvenes y la escuela. "Pero una muy poderosa es que la escuela como sistema tiene lenguajes que no se acoplan ni vinculan con el mundo del joven. Se comienza a producir una distancia entre la experiencia de vida del alumno y lo que oye en clases. Nuestra escuela tiene muchos logros como cobertura, puntajes en pruebas, pero en lo esencial es una escuela injusta. A medida que vamos revisando los contenidos y las formas de evaluar, vemos que las mediciones están estrechamente asociadas a los capitales culturales de las familias de donde provienen los estudiantes. Vale la pena preguntarse si son los jóvenes los que dejan las escuelas o si son las escuelas las que como sistema expulsan a un grupo importante de sus propios estudiantes" se cuestionó.
-Nuestra escuela será realmente justa el día que tenga un sistema realmente inclusivo en términos de reconocer la diversidad y que los estudiantes tengan opciones válidas y legítimas de avanzar en conocimiento y competencias personales y culturales. Cuando todos sean integrados al sistema de la escuela o cuando haya muchas escuelas que den cuenta de la diversidad que tenemos como sociedad –aseveró.
La jornada se desarrolló la última semana de octubre y en ella también expusieron Joaquín Walker, director de Elige Educar; Mirentxu Anaya, directora ejecutiva de Educación 2020 y Juan Miguel Muñoz, académico de la Universidad de Catalunya, experto en Tecnologías educativas y proyectos de innovación en las escuelas.
Texto: Francisco Zabaleta, Facultad de Educación UC